Cuando el cuerpo habla lo que tú callas: la relación entre emociones y síntomas físicos
- Fabiola Pérez Olalde
- 26 jun
- 2 Min. de lectura
Hola, hola..!!!
¿Te ha pasado que tu cuerpo comienza a doler justo cuando estás atravesando un momento emocional intenso?¿O que te enfermas cuando por fin te das un respiro después de mucho sostener?

No es casualidad.Tu cuerpo no solo habita tu historia… la expresa.
Lo que no dices, lo que guardas, lo que reprimes, muchas veces se queda ahí, alojado en alguna parte de ti: en la garganta, en el estómago, en la espalda, en el corazón. Y el cuerpo, tan sabio, tan honesto, termina hablando por ti.
El cuerpo no miente, el cuerpo muestra:
Vivimos en una cultura que separa todo: mente por un lado, cuerpo por otro, emociones allá lejos. Pero tú no funcionas así. Eres un sistema vivo, conectado, sensible.
Tu cuerpo registra cada experiencia, cada palabra no dicha, cada emoción que no supiste cómo sostener.
Y cuando ya no puede sostener más en silencio, te lo muestra.
Un síntoma físico es, muchas veces, un mensaje.
Una invitación a parar, a mirar, a escuchar lo que en el ruido cotidiano tal vez has pasado por alto.
¿Y si en vez de pelearnos con el cuerpo, lo escuchamos?
No se trata de culparte por enfermarte, ni de pensar que todo es “tu culpa emocional”.Se trata de abrir una mirada más amorosa y completa:¿Qué parte de mí está pidiendo atención a través de este síntoma?
A veces el dolor de espalda es el peso de lo que cargas.
A veces el nudo en la garganta es todo lo que no te has permitido decir.
A veces el insomnio es una mente que no descansa porque el alma está inquieta.
Y otras veces, simplemente, el cuerpo necesita descanso real, Silencio, Espacio.
¿Cómo puedes comenzar a escucharlo?
1. Habita tu cuerpo:
Pon una mano sobre tu corazón o sobre el lugar donde sientes incomodidad. Respira ahí.No con la intención de “curar” rápido, sino de acompañar. De estar presente.
2. Pregunta con amor:
¿Qué me está diciendo este síntoma? ¿Qué parte de mí necesita cuidado? ¿Qué emoción he estado ignorando?
3. Nombra lo que sientes:
Las emociones no necesitan ser eliminadas. Solo quieren ser vistas.Dales nombre: tristeza, miedo, enojo, agotamiento.Escribirlo o hablarlo puede abrir espacio interno.
4. Agradece a tu cuerpo:
Incluso cuando duele. Porque está haciendo lo mejor que puede para sostenerte.Agradece su forma de cuidarte, aunque no siempre la entiendas al principio.
El cuerpo es un puente, no una trampa:
Cuando comienzas a escucharlo, a respetarlo y a incluirlo en tu camino de conciencia, todo cambia.Te vuelves más compasiva contigo. Más presente. Más entera.
Y entonces, el síntoma ya no es el enemigo.Es un faro.Un recordatorio de que lo que no se nombra, se manifiesta.Pero también de que siempre estás a tiempo de volver a ti.De mirarte con más suavidad.De sanar desde dentro.
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